El rematante es una figura importante en el proceso económico de la trasferencia de la madera del bosque al aserradero. Es una persona experta que trata con los propietarios del bosque y con los compradores de la madera.
En el caso del Abeto Douglas, la tala final de los árboles se realiza con una edad de entre 50 y 55 años dependiendo de múltiples factores, entre los que destacan el estado de los árboles, la situación económica del propietario del bosque y la demanda de ese tipo de madera.
El abeto Douglas tiene su mayor aprecio como madera de uso estructural, pero no todo el tronco es aprovechable para este fin. Del tronco, 2/3 irán al aserradero, y el tercio de la copa acabará en el parque de una papelera para ser triturado y extraerle la celulosa.
La primera inspección de la madera se realiza con el árbol en pie, valorando el tamaño de los troncos, su diámetro, la forma del tronco y el estado de la madera. Esta primera inspección determina el destino de la madera, siendo los troncos de mayor diámetro y de mejor calidad los que se van a destinar a la madera de uso estructural.
Es frecuente que el rematante antes de cerrar el trato con el propietario invite al cliente final a que inspeccione los árboles para dar su conformidad, e incluso marcar aquellos árboles con los que está conforme destinando el resto a otros usos como fabricación de pallets o tabla para mueble.
Una vez puestas de acuerdo las partes, la propiedad de la madera pasa al rematante, que se responsabiliza de poner la madera en el parque del aserradero o de la papelera, según el caso. La experiencia en el cubicaje y en la estimación de las mermas le permiten al rematante realizar un ajuste en el precio con margen de beneficio.