Los troncos de Abeto Douglas en el momento de la tala alcanzan alturas próximas a los 50 metros. En el momento de la tala, en la caída, sufren un estrés que en algunos casos es traumático, permitiendo aflorar singularidades en la madera no visibles a priori. En la caída y en el arrastre, los troncos con singularidades suelen sufrir daños que los hacen no aptos para madera de uso estructural. En estos casos, la madera se destina a otros usos.
Realizada la tala, se limpia el tronco de ramas secas o verdes y se saca del monte a una pista a la que pueda acceder el camión. Una vez en la pista, se trocea para su transporte. Quien realiza la tronza debe seleccionar correctamente los troncos o las partes de tronco que se van a destinar a los distintos usos. Aquellos troncos en los que han aflorado singularidades no serán destinados a uso estructural.
Existe una tradición de que el Abeto Douglas cuando se tala con luna menguante tiene una vida útil más larga y muestra mejores características resistentes. A tal efecto se están realizando pruebas pero no se tienen datos técnicos que lo confirmen.