Para diferenciar maderas se comienza con el estudio macroscópico, que nos puede ofrecer datos relevantes en algunas especies y se continúa con el estudio microscópico, que es el que en la mayoría de los casos puede establecer una diferenciación verdaderamente exacta.
El estudio macroscópico se realiza a simple vista o con ayuda de una lupa de mano o estereoscópica de 25 ó 50 aumentos.
En primer lugar se observan detalles referentes al color de la albura y duramen, el posible olor característico, la presencia de depósitos resinosos, gomosos u otras secreciones y la apariencia de la corteza si está presente.
Tanto en las resinosas como en las frondosas, la madera temprana, formada en primavera es más abundante y clara que la tardía, formada durante el verano y principios de otoño, dando lugar a que los anillos de crecimiento anual se distingan perfectamente, propiedad utilizada, generalmente para determinar con facilidad los años del árbol.
En las frondosas se nota la presencia de abundantes poros de tamaño variable y distribución característica, los cuales son apreciables algunas veces a simple vista, observándose siempre con facilidad cuando se mira con una lupa.