En los últimos años, los montes españoles están experimentando un aumento de la superficie cubierta arbolada, toda vez que la deforestación sobrevenida por el apogeo de la actividad agrícola y ganadera, se ha revertido por el declive de dicha actividad en las últimas décadas.
Por su parte, las políticas de forestación de tierras agrarias abandonadas impulsada por la PAC (Política Agraria Común) de los últimos lustros han sido un importante motor para que ello ocurriera repoblándose miles de hectáreas en los últimos años, si bien la cuantía superficial repoblada es aún inferior a lo esperado.
La población rural española esta sufriendo una profunda transformación debida a múltiples causas, entre las que cabe destacar el descenso de la población, que además es una población envejecida, el abandono de aprovechamientos tradicionales tanto agrícolas como ganaderos, el estancamiento o el decremento de los precios de la madera y otros productos forestales, junto con el incremento de los costes de aprovechamiento de las mimas.
Así, el efecto de las políticas proactivas de fomento de la reforestación de tierras agrarias y el sobrevenido del abandono general de la actividad secular agrícola y ganadera sobre miles de hectáreas, además de la falta de mano de obra cualificada por descenso de la actividad del subsector forestal, entre otros factores, han contribuido decisivamente a la regeneración de los montes y al aumento de la superficie forestal arbolada en España.
Por su parte, la realidad de que la mayoría de los montes españoles no se encuentran ordenados, en gran medida porque son propiedad privada y porque su escasa rentabilidad no hace muy viable un incremento en los gastos de gestión, siendo la mayoría de montes ordenados de propiedad pública, han conducido a que el aumento de la superficie forestal señalado, se haya producido sin ningún tipo de control ni previsión.
Parece que el futuro forestal inmediato pasa porque los productos del sector forestal español resulten atractivos para el mercado internacional, lo que necesariamente deberá pasar por cumplir con los criterios de Gestión Forestal Sostenible y acreditarse en la certificación forestal, con lo que los montes podrán constituir una opción económica rentable que impulse al sector privado a realizar una gestión activa y adecuada de los mismos.
Al parecer, esta nueva filosofía está comenzando a dar sus frutos, siendo cada vez mayor la superficie bajo GFS en España, y con clara tendencia al aumento.