El abeto Douglas, además de las condiciones climáticas, necesita suelo profundo que permita una buena ramificación de sus raíces. Si el suelo es pobre, requerirá labores más profundas y una fertilización artificial. La fertilización debe compensar las carencias de fosforo y potasio para mejorar el rendimiento de la planta. Un indicador de falta de nutrientes, al igual que en el resto de las plantas, es el amarilleo de sus acículas y ausencia de vitalidad aun cuando el agua es abundante. Necesita un suelo de más de 60 cm descarbonatado, con un pH de entre 4 y 6.
El pino Oregón da nombre a una especie muy ramificada y adaptada a zonas geográficas diversas. Por ello, en los procesos de repoblación se debe escoger la semilla adecuada, la más parecida al lugar de plantación. Si bien toda la cornisa cantábrica tiene un componte de clima semejante, con carencia de estaciones extremas, según vamos entrando al interior, se debe seleccionar plantas con mejores características resistentes, aunque sea en decremento de su productividad, o realizar compensaciones en su cultivo las ayuden a su adaptación.
La planta se encuentra tanto en raíz desnuda como en contenedor, teniendo una u otra su propio proceso de plantación. En ambos casos, para su plantación, la planta debe contar con un tronco lignificado de 10 a 15 cm y raíces de similar tamaño. Será una planta que cuente con dos savias. Si su sistema radical se encuentra convenientemente fasciculado, tendrá mayor capacidad de supervivencia en el monte. Cualquier deformación, defecto, seca u otro tipo de defecto son garantía de fracaso o de crecimiento no deseado.
Una buena selección de la planta minimizará el número de rechazos. Sigue el proceso vigilando que la planta no sufra daños en el transporte y que no pierda humedad, procediendo a su plantado definitivo en el más breve plazo de tiempo.
La planta puede mantenerse enterrada en manojos o surcos hasta su definitiva plantación. Si esta se realiza con posterioridad al brote, la probabilidad de rechazo o crecimiento incorrecto se multiplica.
La densidad de plantación si su objeto es la explotación maderera debe ser tal que permita una buena mecanización del terreno y optimice los costes de plantación. La distancia debe ser tal que permita las tareas de desbroce mientras que la planta no cubra el terreno. Son distancias aconsejables desde 2x3 a 3x3 metros, con una densidad media de unas 1500 plantas por hectárea. Se debe realizar un replanteo previo y procurar una buena alineación para facilitar las posteriores tareas.
En la selección de la planta se debe vigilar que se trate de plantas de un solo tallo y que el cuello de la planta no presente daños o la aparición de hongos.