Poda

El abeto Douglas requiere podas periódicas. A mayor frecuencia de las podas, menor tamaño de los nudos y, consecuentemente, mejor calidad de la madera. Cada rama produce un nudo que se mantendrá en las sabias de crecimiento en las que la rama siga viva. Si cortamos la rama, en los siguientes aros de crecimiento desaparece, quedando el nudo encerrado en los nudos interiores.

Se puede comenzar la tala cuando la planta ha dominado el terreno en su competencia con la vegetación herbácea, pero de forma que las claras que se puedan producir por el efecto de la poda no permitan la regeneración herbácea. Una poda temprana puede originar la aparición de nuevos brotes que será preciso volver a quitar, debiendo realizar más intervenciones. Otro criterio a tener en cuenta es que la existencia de ramas gordas no deja de ser una competencia para el tallo porque se alimentan con las mismas raíces y los mismos nutrientes.

Se podría definir un procedimiento de poda que nos permita ir definiendo la calidad de madera deseada de forma selectiva realizando un seguimiento y supervisión de los troncos. Fijaremos una regla simple de que la copa de la planta ocupe el 40% de la longitud de la misma.

En función de la densidad de la plantación, la primera poda se puede realizar cuando las plantas alcanzan de 4 a 6 metros. Sería una poda baja, de hasta 3,5 metros de forma de que las copas cubrieran toda la superficie. Puede ser realizada desde la base, con motosierra las ramas más gruesas y con tijeras las ramas más altas.

La segunda poda se puede realizar en distintas fases si se quiere conseguir dos trozas de tamaños distintos. El tamaño normal de troza es de 2,5 metros, pero si se quiere madera para uso estructural, puede interesar realizar trozas más largas. Para trozas de 2,5 metros la planta debe tener de 10 a 11 metros, debiendo podar hasta los 6 metros. Si se realiza la poda con la planta de 15 metros, se podrá conseguir trozas de calidad de hasta 4 metros. Este segundo proceso de talado requiere disponer de recursos más especializados.

La época de poda de ramas vivas debe realizarse entre septiembre y febrero. El corte debe realizarse sin invadir el tallo y sin dejar percha. Un buen corte minimiza el tamaño del nudo. Los restos de la poda correctamente distribuidos reducen la aparición de matorral, pero se debe tener en cuenta sus posibles efectos en caso de incendio.